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Yoon Jung Lee: "Sin remuneración justa, no hay futuro para los creadores audiovisuales coreanos"

  • CreatorsNews
  • 3 oct
  • 4 Min. de lectura
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Corea del Sur ha conquistado el mundo con sus producciones audiovisuales, pero los creadores siguen sin recibir una compensación justa. La guionista y directora Yoon Jung Lee, presidenta del Comité de Derechos de Autor de DGK (Directors Guild of Korea) y segunda vicepresidenta de la Confederación Internacional de Autores Audiovisuales (AVACI), revela los desafíos y avances de esta lucha por el reconocimiento.

Por Ulises Rodríguez


“Pago por pasión”: el lado oculto del boom audiovisual coreano

El éxito internacional de las producciones surcoreanas es innegable. Series como Squid Game, películas como Parasite, y el crecimiento imparable del K-Drama y el K-Cinema posicionaron a Corea del Sur como una potencia creativa. Sin embargo, según Yoon Jung Lee, guionista, directora y figura clave en la defensa de los derechos de los creadores, este auge global esconde una contradicción dolorosa: los creadores audiovisuales no reciben una remuneración justa por sus obras.


“En Corea existe el concepto de ‘pago por pasión’. Se cree que, si uno ama lo que hace, no necesita ser justamente compensado”, explica Lee a AV Creators News. Aunque las condiciones laborales del personal técnico han mejorado gracias a regulaciones sobre las horas de trabajo, los creadores como directores y guionistas siguen sujetos a contratos sin límites de tiempo ni garantías mínimas. “El resultado es una industria que brilla hacia afuera pero que deja atrás a quienes la hacen posible”.


Parasite / Squid Game


Yoon Jung Lee y la organización que representa están impulsando una reforma clave a la Ley de Derechos de Autor de Corea del Sur. Actualmente, el Artículo 100, Párrafo 1 de la ley presume que los derechos de uso de las obras audiovisuales pertenecen al productor. Esto significa que los creadores pierden toda posibilidad de reclamar una compensación posterior por la reproducción o explotación de sus obras.


“Queremos introducir una enmienda que reconozca el derecho inalienable de los creadores a recibir una remuneración justa por el uso de sus obras”, afirma Lee. Aunque la propuesta se estancó en la Asamblea Nacional anterior, ahora están trabajando en una versión revisada junto a juristas expertos para reimpulsarla después de las elecciones presidenciales de julio. “Estamos llevando nuestra propuesta a los candidatos y preparando una campaña masiva para sensibilizar sobre este tema”.


Contratos que silencian derechos

Uno de los mayores obstáculos para los creadores coreanos es la naturaleza de los contratos que firman con productoras y plataformas. “La mayoría de los contratos transfieren todos los derechos de uso, incluso los de obras derivadas”, explica Lee. A menos que el creador sea considerado productor o coproductor, pierde todo derecho sobre su obra una vez firmada la cesión.


Esto se agravó con la llegada de plataformas globales a Corea, que estandarizaron contratos de compra total. “Algunos guionistas de televisión solían recibir compensación por reposiciones, pero esos derechos desaparecieron con las nuevas políticas de adquisición de contenido”.



Algunos ejecutivos de la industria argumentan que no es viable implementar sistemas de compensación proporcional debido a la complejidad de la distribución global. Lee refuta esta idea con claridad: “Eso no es cierto. La digitalización de datos facilita el seguimiento del uso de las obras. El problema real es que los creadores están alejados del proceso de distribución y no tienen acceso a esa información”.


Según Lee, lo que se necesita es una estructura legal que garantice tanto la compensación justa como el acceso a los datos de distribución. Otros países ya lo han logrado, y Corea tiene la oportunidad de seguir ese ejemplo.


Creatividad condicionada: el precio de depender de los inversores

En el sistema actual, los creadores coreanos son remunerados al momento de firmar el contrato, como parte de la inversión inicial. Esto implica que la compensación se da por anticipado, sin considerar el impacto o éxito posterior de la obra. “En lugar de premiar la calidad o la respuesta del público, se premia la capacidad de atraer inversores”, señala Lee.


Este modelo no solo desmotiva, sino que también limita la libertad creativa. “Las obras más desafiantes surgen del deseo genuino del creador, no de las expectativas del inversor. Si queremos una industria sostenible, debemos proteger ese impulso creativo estructuralmente”.


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AVACI y la fuerza de la red internacional

Como segunda vicepresidenta de AVACI, Lee destaca la importancia de la cooperación internacional. “Gracias a AVACI aprendimos que es posible construir un sistema más justo. La asamblea general de 2022 en Corea fue un momento clave para nuestra causa”. La red global de autores audiovisuales no solo ha brindado información valiosa, sino también apoyo diplomático: “Cuando el gobierno coreano intentó desacreditar nuestra campaña, colegas de todo el mundo se comunicaron con nosotros y nos ofrecieron respaldo. Esa solidaridad fue decisiva”.


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Yoon Jung Lee encuentra inspiración en países que han atravesado crisis y aun así fortalecieron la posición de sus creadores. “Las experiencias de Argentina y Colombia, que enfrentaron desastres y transformaciones en la industria, nos enseñan que un sistema preestablecido de derechos puede proteger a los creadores ante cualquier contingencia”.


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La pandemia de COVID-19 y el auge de las plataformas de streaming pusieron a prueba la resiliencia del sector audiovisual en todo el mundo. Sin embargo, en Corea, los creadores siguen desprotegidos. “Cada vez que ocurre una crisis, perdemos talentos valiosos. Necesitamos un marco legal que evite esa pérdida”. A pesar de los escollos que se presentan en el camino, Lee dice: “no estamos solos. Esta lucha no puede ganarse en soledad. Aprender, compartir lo aprendido y hablar con valentía es suficiente. Eso es lo que nos sostiene”.


La historia de Yoon Jung Lee y de los creadores audiovisuales coreanos es la historia de una industria que florece, pero que aún debe justicia a sus artífices. Su lucha, arraigada en la pasión pero guiada por la razón, es un llamado urgente a reconocer que sin autores no hay futuro audiovisual.


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